Una de las pocas capitales europeas con río y mar, la Plaza del Comercio es su sala de visitas. Porque la ciudad, desde siempre, se abrió acogedora a las muchas llegadas y partidas, que tuvieron como punto álgido la época de los Descubrimientos. Lisboa es también el centro de una variada región: a sus puertas encontramos las zonas veraniegas de Estoríl y la romántica Sierra de Sintra, donde la simbiosis de palacios y naturaleza condujo a su clasificación como Patrimonio Mundial. El mar, el clima y la preservada naturaleza, son por cierto los elementos que confieren a toda la región una energía especial. Los muchos Parques y Reservas Naturales invitan a pasar buenos momentos al aire libre, a la tranquilidad del golf y a la emoción del surf. Quizás por ello Lisboa sea una ciudad llena de vida. Se festeja con exuberancia, de forma espontánea, por el placer auténtico de la convivencia. Con los demás y con el río.